El relato que les voy a contar es desde aquellos tiempos en que la humanidad vivía hostilmente, no existía el concepto de relación, solo la soledad, la obstinación y sobre todo, la vanidad.
Pero para ella, esto era un obstáculo no impasable, para Clara, una joven tan linda como el amanecer mismo, tan pura como al blancura de la nieve, y tan encantadora, que hasta el cielo sonreía con ella, cuando despertaba y salía a la ventana para saludar a la mañana.
Ella vivía enamorada intensamente, de un chico al que conoció en este pequeño mundo, Ángel, un hombre que le hacía honores a su nombre, pues era el único que podía comprender más allá de todos los pensamientos que contaminaban a su gente, a sus hermanos.
Pero sobre todo, había una razón en especial por la que estos dos enamorados eran únicos en ese entonces, en un mundo a oscuras y sin llana existencia de espíritu... eran los únicos que habían descubierto el amor apasionado...
La población en ese entonces no permitiría esa clase de relaciones, por lo que Clara y Ángel debían amarse en las sombras, a donde los ojos fuesen ciegos ante su gozo, su felicidad, su vida...
Acostumbraban a pasar las tardes bajo un árbol jacaranda, abrazados fuertemente, y ella siempre le preguntaba a él, que de qué sería capaz si, algún día, por azares del destino, se separasen para jamás volver a mirarse... y la respuesta de él era la misma: convertirme en el aire purificado, perfumar este manto de amargura y vanidad, ser el mensajero de la voluntad, y el camino sin oscuridad... por último, morir sin ti en mis brazos, pero contigo en el alma... vivir a tu lado en el cielo, solo así, nuestra armonía será algo eterno...
Todo cambió una tarde de otoño, la época en que las hojas entristecen, el viento envejece y carece de fuerza para palpitar imponente... Ángel llegó al lugar de siempre, mas sin embargo... Clara no apareció por esos rumbos... a decir verdad, nunca más volvió a verse en ese lugar...
Fué como si el corazón de Ángel cayera en un vacío, que más bien fuese la tumba de su condena, pues trató de ubicarla, y ya jamás pudo hacerlo...
Sentado a las raíces del testigo de su amor, la jacaranda acompañaba al joven en su mar de lágrimas, el llanto no era siquiera piadoso con él... horas, días, meses, y hasta años... el árbol había llorado más de la cuenta, ahora la vida en él estaba totalmente desvanecida, y el joven adolorido envejecía, creció con los más remotos recuerdos de su ayer de amor, pero resentía el dolor del hoy tan violento...
Ángel se convirtió en un "ser" tan abnegado como sus hermanos, pero en su interior,el reloj de su corazón marcaba las horas finales, los momentos restantes, su vida comenzaba la caída compartida a la que todos llamamos, muerte...
Regresó al lugar en que la felicidad se convirtió en su desdicha, allá, donde las hojas de la jacaranda habían caído todas, haciéndole compañía a su Ángel tan acogido...
Y ocurrió, la veracidad de lo que vió le devolvía la sonrisa no solo al rostro, sino a su interior entero... una jacaranda gozante de nueva vida, bañada con un incesante rayo del sol...
A sus pies, una paloma blanca con la mirada del amor, y a la vez, de la amargura que acompaña... consigo, una nota, que fué recogida por el ya cansado viejo... con loa fuerza de voluntad que le quedaba, la abrió, y a letras plasmadas con sangre de un hedor incomparable, leyó:
"Tu destino hizo que el mío recordase su rumbo, y mi rumbo es el estar siempre contigo... Recuerda tu camino, las palabras inmortales de tu instinto, tu amor hasta el infinito..."
Como un trueno, cayó al recuerdo del viejo hombre, aquella tarde en que le declaró el último de sus secretos a su amada Clara:
convertirme en el aire purificado, perfumar este manto de amargura y vanidad, ser el mensajero de la voluntad, y el camino sin oscuridad... por último, morir sin ti en mis brazos, pero contigo en el alma... vivir a tu lado en el cielo, solo así, nuestra armonía será algo eterno...
Sólo así, Ángel lo supo, y todo sucedió tal y como él mismo lo predijo en su discurso amoroso, iba a morir sin ella en brazos, pero teniéndola en su corazón... en ese momento, el viejo hombre cayó agotado hasta el límite...
Sólo así lo supo, convertirse en el aire definitivo, y limpiar a sus hermanos de la contaminada Tierra de ese entonces, mostrarles un sendero para salir de la neblina que cegaba su mundo... en ese momento, el viejo hombre sintió las últimas visiones, suspiros finales...
Sólo así lo supo, Clara jamás se apartó de él, ella se convirtió en todo lo que Ángel predijo, con el fin de hacer firme su palabra, de vivir juntos en el cielo, para así, ser su armonía, algo eterno...
La paloma blanca dejó salir una lágrima, en ella toda su historia se desenvolvió sin tiempo presente... y la pequeña gota cayó a tierra; levantó el vuelo y se desvaneció en el cielo, bajo un porte de ave solemne, de dignidad celeste...
Ángel, en el suelo, pronunció por última vez:
Recuerda tu camino, las palabras inmortales de tu instinto, tu amor hasta el infinito...
Y entonces dejó de existir en el mundo, abandonó esta tierra infestada de vacío... no fué en vano lo que hizo, se reunió con su amada, para jamás sufrir de otra separación más...
Desde este hecho sin precedente para cualquier otro... en la Tierra comenzó a despertarse de ese sueño sin porte en que todos estaban... los sentimientos comenzaban a bajar al suelo... La Tierra despertaba el amor en todo sentido... se cambió...
El cielo se volvió la inspiración de los encantados por el amor, y en la atmósfera aun se siente el suspiro con que los dos primeros enamorados están gozando...
A partir de ese entonces, se dice que el amor esta en el aire... justo cuando vemos cruzar el cielo a una paloma blanca de origen indefinido...
Aprende a enamorarte bajo tu propio instinto, jamás a base del de otros... Aprende a ver las cosas como son realmente detrás de un misterio doloroso... Aprende a dar los pasos finales, siempre que lleven tu conciencia a donde realmente esperabas... Sólo eso te hace ser un enamorado verdadero, dejar tu legado al aire en pleno adiós por siempre...
